jueves, 17 de marzo de 2011

Conexiones...

Este año he pasado de estar cómodamente refugiado en mi individualidad hermética a una apertura, exploración continua y conexión (o reconexión) con quienes me rodean y con muchas de las personas que en un momento determinado formaron parte de mi círculo habitual. ¿Qué cómo me ha ido con esto? La verdad es que encontré una brecha inmensa entre mis expectativas con relación a mi cambio y los hechos, sobre todo por la actitud de las personas con las que he intentado conectarme nuevamente. Posiblemente se debió a un mal enfoque de mi parte y en breve profundizaré al respecto.

Pensar en salir de la burbuja que me había formado con tanto esfuerzo nunca me lo había planteado como algo necesario. Allí me sentía bien resguardado, casi blindado ante cualquier daño del exterior (emocionalmente hablando). Entonces, si era así, ¿para qué hacerlo? No busquemos las posibles motivaciones que hay detrás de ello, para simplificar mejor quedémonos con que se trata de una reconciliación con el mundo, con la apertura a los demás asumiendo las posibles consecuencias que esto podría tener (suena a catástrofe, pero la verdad no lo es).

¿Qué ocurre si, en medio de ese proceso llamado reconciliación, te encuentras con personas con las que quisieras mantenerte cerca o acortar distancia que simplemente no tienen el mismo interés que tú? Y peor aún, ¿qué tal si te empeñas en hacerlo porque crees que será cuestión de tiempo para recuperar todo el espacio perdido? Te diría que quizás termines frustrándote un poco o asfixiando a más de uno.

Es obvio que no todo el mundo está alineado con la reconciliación (o mi versión de ella). Yo pensaba que era posible hacer una conexión con viejos amigos y recuperar el tiempo perdido, intentando encontrar aquello que en una oportunidad nos unió y, una vez alcanzado, abrir el camino para el redescubrimiento. Sí, un redescubrimiento luego de una ruptura prolongada, y es que eso de andar durante tanto tiempo aislado te hace perder la noción de cómo es aquella persona y el conocimiento que pueda tener de uno, tomando en cuenta lo diferente que podríamos ser al día de hoy.

Mi disponibilidad no garantiza la de otros. Mi deseo de conexión no necesariamente será recíproco. Mis intereses y los intereses de los demás puede que ya no sean los mismos. Inclusive es posible que los vínculos primarios no eran lo suficientemente fuertes como para revitalizarse y retomar el ritmo de antaño. De todas estas cosas podemos aprender, yo al menos lo hice e intento reconducir mi anhelada reconciliación, eso sí, manteniendo el norte pero con ligeros cambios en mi apreciación y actitud.

Lo cierto es que cada quien se toma su tiempo y escoge su propio camino al igual como yo tomé el mío. En lo sucesivo espero seguir disponible pero ahora de forma pasiva, o sea, nada de prisas por acortar distancias ni de forzar reconciliaciones afectivas. Paciencia y aceptación, es tiempo de incorporar éstos dos elementos: esperar mientras cada quien se toma el tiempo que necesita, y no pretender que todos estarán dispuestos a una conexión o que se comporten igual a mí, fácil, ¿no? ¿Cómo pude pretender que todos seríamos iguales en ese sentido?

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