miércoles, 9 de marzo de 2011

Cambios...

A lo largo de nuestra existencia nos encontramos con distintas posturas ante un hecho determinado, un punto de vista diferente a lo acostumbrado, aquello que ha dejado de gustarnos o que justo ahora es cuando le encontramos un mejor sabor. Cambiamos y es inevitable. Nos volvemos rígidos en unas cosas pero blandos en otras. Hablo de cambios a nivel mental, lo que forma parte de nuestra conciencia, aquello intangible. Del aspecto físico sin duda que ocurre, son nuestros genes los responsables de que así sea, ¿pero qué pasa con el resto?

Muchos de los cambios que he experimentado han surgido de forma repentina, o al menos sin poder anticiparlo, sin tiempo previo como para ir preparándome y preparando a quienes me rodean porque sin duda se ven afectados. Por lo visto da igual si son positivos, al fin y al cabo te hacen ser una persona que en algo resultas desconocida a los ojos de los demás y no muchos son capaces de aceptarlo. Y aceptar esos cambios en uno mismo, ¿será una tarea simple?

¿Qué hay con sugerir recetas propias para la solución de nuestros problemas en otras personas? Si bien se dice que no somos capaces de aprender de los errores de los demás quizás tampoco lo seamos en función de las buenas experiencias de otros, hace falta algo más. No basta con una simple intención para fundar un cambio en ti o influir en otras personas a animarse. Es un interruptor que pasa a modo encendido en función de algo que vives, pero ¿de qué tipo de experiencia estamos hablando? 

¿Cuándo es bueno cambiar? ¿Cuánto es debido? ¿Lo necesitamos? ¿Podemos motivar a otros a dar pasos para superarse a ellos mismos? ¿Todos efectivamente cambiamos en lo intangible luego que hemos llegado a la adultez? Quizás en algunas cosas importantes no somos capaces de provocar un cambio, justo en aquellas en las que nos podemos regodear en la pena por nosotros mismos; otras porque simplemente nos aferramos a ellas sin importar que esté mal, dejando para luego porque ahora no es el momento. Algunos cambios llegan, otros simplemente decidimos hacerlos.

Tantas dudas, tantos cambios, tanto por explorar, conocer y aprender. Mucho por descubrir en los demás y en uno mismo, una inmensidad por entender cómo es que funciona esto de la vida. Acá llegamos sin un mapa, sin indicaciones, con un sinfín de historias que nos cuentan nuestros antepasados y con puras presunciones… ¿Será que todos nos preguntamos las mismas tonterías?